viernes, 15 de julio de 2016

Constructores de metáforas para cacerolazos innecesarios


 “Se buscan constructores de metáforas”.
Así debería solicitar un cartel en la entrada de varios ministerios.
Sucede que mientras siguen apareciendo fajos de moneda extranjera en cantidades industriales, un cacerolazo innecesario sucedió a los festejos del Bicentenario.
El reclamo fue sostenido en la metáfora de lo injusto.


Se puede ver un gobierno que se esfuerza en explicar lo innecesario pero que significativamente omite explicar lo necesario.
Qué quiero decir con esto? Que mientras los ministros se esfuerzan en explicar que se ríen con las caricaturizaciones televisivas a  funcionarios porque son más plurales que los funcionarios anteriores, omiten lo esencial.

El gobierno olvidó explicar que haber pagado catorce años las tarifas a pecio de caramelos es anormal aquí y en cualquier rincón del planeta o de la historia. Es una estafa que cuesta cara en algún momento. Y ese momento es, justamente, ahora.

Olvidó decirnos que el gas, incluso con el aumento previo al límite que impuso la justicia, seguía siendo el más barato de la región.
Que pagar el gas lo que vale, después de catorce años de subsidio, es salir de una mentira.
Que el gas subsidiado deja como consecuencia la falta de inversión en infraestructura, genera su escasez.

Blanquear la tarifa sin instalar o intentar instalar la nueva metáfora es torpe y deriva en confusión.
El cacerolazo se sostuvo en la creencia de que el aumento es porque es este un gobierno que explota, que recauda para las empresas, etc, etc.
Curiosamente, mientras los billetes de Milagro Sala, Lázaro Báez, José López, Florencia Kirchner desfilan por los medios. Nunca antes vimos tanto dinero robado junto, apilado delante de una cámara.
Y eso no tiene metáfora que lo asocie al aumento del gas o de otros servicios.

Si dijéramos que asistimos a una pantalla por la que vemos en tiempo real a un gobierno sin tradición en el poder nacional, podemos afirmar que lo estamos viendo equivocarse en el proceso de aprender la nueva escala, la nueva función. Es verdad.
Pero eso es muy bueno porque se pueden potenciar las metáforas de la modestia, la horizontalidad, el esfuerzo, la moderación.

Me pregunto entonces cuántas montañas más de dinero tendrán que aparecer para que sea metáfora del gas impago catorce años que ahora toca pagar?
Antes que la costumbre vuelva inofensiva la multiplicación de fajos.

Justamente, el caso López permitiría el aplastamiento final de lo viejo por su enorme fuerza simbólica. Es cuestión de desglosar la narración, explotar todas sus metáforas y añadirle lo innegociable de ahora en más.
Si se tratara de un juego de la infancia diríamos “Te pesqué”
Es decir, “de ahora en más no valen tus viejos argumentos.
Antes de reclamar por la tarifa del gas deberías rendir cuentas de los dólares que evidencian lo que no se pagó, lo que salió del carril del bien común, lo que perjudicó el todo imperdonablemente.
Y debo decirte que el gas a precio de caramelos es parte de la misma estafa. Que me toca salir a explicar como parte de la herencia”

Para eso se necesita la sorpresa de lo nuevo. Por ahora son las escenas del caso López las que sostienen el alargue del segundo semestre.
Pero esa sorpresa, hermosa por cierto, no fue por voluntad del gobierno. Fue a su pesar. Y quizá haya sido lo más trascendente en términos de verosímil desde el 22 de noviembre.



La moderación extendida a todos los órdenes termina en confusión. No se entiende el límite, deriva, insisto, en el reclamo de un derecho que no es tal. El de pagar lo que no corresponde.

El módico cacerolazo, pero potencialmente germinal, era algo perfectamente evitable.
Cómo evitarlo de nuevo debería ser ahora la pregunta.

Mi respuesta corta sería: dar un paso a lo nuevo. Intentar ser por un instante Neil Armstrong dejando la primera huella de algo.
Hasta ahora la tradición era barrer lo viejo para instalar lo nuevo. Este  gobierno contiene lo viejo y si bien eso es una novedad, es una novedad insuficiente. Es gradualismo cultural de diseño. 

Mi respuesta larga sería: está claro que ahora se intenta respetar lo anterior. Pero lo que confunde es el retardo para la aparición de lo nuevo.
En qué consiste esa confusión?
En que hay una sociedad que durante catorce años se acostumbró a ser subsidiada en muchos consumos elementales.
Pagar lo que se debe implica un cambio de costumbre. Y eso implica reeducar un hábito de modo masivo. Dar razones claras para amortiguar la resistencia.
Explicar tarde o no explicar es confuso y se transforma la reacción en enojo, en reivindicación de derecho de gratuidad tácita, en cacerolazo, en huella.
Qué hubiera sido lo adecuado para haberlo evitado, para evitarlo en el futuro? La instrucción para el cambio de hábito. La narración que dé las razones al blanqueo de tarifas, la noción del umbral a ser atravesado, el objetivo buscado, su valor, la novedad a la que se quiere ir.

Que no aparezca con claridad qué otra propuesta hay fuera de no ofender a quienes han sido sostén de la mayor banda delictiva a cargo del poder público en la historia, es parte del problema a resolver.
Se ve una misma moderación en todo. Y eso confunde. Se termina por salir a explicar cuando ya es tarde. La instrumentación de la nueva tarifa del gas fue eso.

Son los constructores de metáforas quienes deberían estar trabajando en aplicaciones concretas. Explicar tarde es todo lo contrario a la construcción de verosímil.